Esta mañana leía un artículo en El Mundo que titulaba «El balonmano español emigra» y se hacía referencia a los diez internacionales españoles que durante la próxima temporada jugarán en equipos fuera del país.

Y en este caso tampoco hay diferencias de género. Esta situación afecta por igual al seleccionado masculino como al femenino. Dos selecciones con altísima probabilidad de medalla en Londres cuenta con jugadores y jugadoras que desarrollarán su actividad lejos de su país. En el caso de las chicas el tema es «más duro» ya que seis de las siete titulares forman parte de equipos fuera de nuestras fronteras.

Es cierto que el deporte está sufriendo la misma crisis que otros sectores. Pero tantos triunfos deportivos de estos últimos años pueden transformarse en verdaderos desiertos en los próximos. Si no se consigue que nuestros deportistas jueguen en casa no se les hará el mismo seguimiento. Y si nuestros pequeños no tienen referencias próximas «¡no tendrán referencias!»

Es un tema serio, no sólo por la falta de jugadores de nuestro deporte, si no por las expectativas que se generan a futuro. Si los jugadores y jugadoras que ahora destacan en la categoría cadete sólo ven como emigran sus ídolos o mucho les interesa viajar o cambiarán de referencias.

A ver los resultados de estas olimpiadas. Una medalla conseguida por un conjunto de españoles a los que sólo podremos ver jugar en competiciones internacionales no se aproxima mucho al largo camino que debe seguir el balonmano de base. «El balonmano español emigra» es una realidad y nos debe hacer pensar. O trabajamos para potenciar el balonmano español en «casa» o dentro de poco tendremos que sufrir un titular que diga «El balonmano español se extingue«. Cuidadín, que queda poco…


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